sábado, 5 de mayo de 2012

MIGUEL HERNÁNDEZ

Sigamos con unos cuantos poemas más :
                   
                                EL NIÑO YUNTERO

Carne de yugo ha nacido
más humillado que bello,
con el yugo perseguido
por el yugo par el cuello.

Nace, como la herramienta,
a los golpes dedicado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.

Entre estiércol puro y vivo
de vaca trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.

Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra,
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.

Contar sus años no sabe ,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
 de sal para el labrador.

Trabaja, y  mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio .

A fuerza de golpes, fuerte,
ya fuerza de sol, bruñido
con una ambición de muerte
despedazo un pan reñido.

Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.

y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
 de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
revuelve mi alma de encina.

Le veo arar los rastrojos,
y devolver un mendrugo,
y declarar con los ojos,
que por qué es carne de yugo.

Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande  bajo su planta.

¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena,
¿De donde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.

       EL MUNDO ES COMO APARECE

El mundo no escomo parece
ante mis cinco sentidos,
y ante los tuyos que son
la orillas de los míos.
El mundo de los demás
no es el nuestro: no es el mismo.
Lecho de agua que soy,
tú, los dos, somos el río
donde cuando más profundo
se ve más despacio y limpio.
Imágenes de la vida:
a la vez que recibimos,
nos reciben entregadas
más unidamente a un ritmo.
Pero las cosas se forman
con nuestros propios delitos.
El aire tiene el tamaño
del corazón que respiro
y el sol es como la luz
con que yo le desafío.
Ciegos para los demás,
oscuros, siempre remisos,
miramos siempre hacia dentro,
vemos desde lo más íntimo.
Trabajo y amor me cuesta
contigo así, ver contigo;
aparecen, como el agua
con la arena, siempre unidos.
Nadie me verá del todo
ni es nadie como lo miro.
Somos algo más que vemos
algo menos que inquirimos.
Algún suceso de todos
pasa desapercibido.
Nadie nos ha visto . A nadie
ciegos de ver , hemos visto.

Y terminaremos con un fragmento de PRIMAVERA CELOSA:

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Beso y quiero , quiero y muero,
si nos parte en dos la ausencia,
pues con vehemencia te quiero,
me moriré con vehemencia.

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